lunes, 29 de octubre de 2012

Burbujas.

Manuela no era la más guapa. Ni la más alta. Ni la más popular.
Manuela llevaba gafas. Manuela tenía flequillo. Manuela era más bien gordita.
Había muchas cosas que no se le daban bien. Hacer amigos, por ejemplo.
Había cosas que sí se le daban bien. Hacer ecuaciones, por ejemplo.
Era más facil hacer ecuaciones que hacer amigos. A los amigos había que caerles bien, ser simpática, sonreír. Cosas de las que no se le daban bien.
Pero una ecuación era una cosa mucho más sencilla. Sólo había que dejar una equis sola. Separada.
Por eso le gustaban las ecuaciones a Manuela. Porque había una equis solitaria, como ella.
Manuela prefería las equis a los amigos.

Manuela iba a natación. Dos días a la semana.
Nadaba en la piscina municipal que estaba cerca de su casa, podía ir andando.
La piscina era un lugar horrible. Allí la gente te miraba de arriba abajo, revisando tu toalla, bañador y gorro. Tenías que guardar tus cosas con llave, porque eran capaces de cogerte lo que sea, aunque sólo tuvieses una bufanda. Un día Manuela se llevó una pulserita de plata que le había regalado su abuela por Navidad. La dejó en un bolsillo de su bolsa bien guardadita y se fue a la clase. Cuando volvió y tras la ducha quiso ponersela, la pulsera ya no estaba.
Tampoco le gustaban las chicas que iban a su clase. Todas eran perfectas. Unas perfectas idiotas.
Esos dos días a la semana serían completamente insoportables sino fuese por alguien. Era Ismael. Iba a su calle. Era un chico peruano, su madre trabajaba limpiando en el colegio de Manuela. Era un año menor que ella. No eran amigos, tampoco eran desconocidos. Simplemente, alguien a quien saludar y contarle lo mal que te ha ido la semana. Sino fuese por Ismael, Manuela no iría nunca a esa piscina.

Las clases se hacían eternas. Los largos interminables.

La monitora les mandó otros ocho ida braza vuelta crol. Manuela empezó a nadar. Intentó olvidar lo que había pasado en casa. Intentó olvidar las palabras de su madre. Intentó hacer una ecuación entre brazada y brazada, para olvidarse de todo.
Sintió como una de las perfectas idiotas empezaba a alcanzarla rozándole los talones. Nadó más rápido. La niñata seguía allí, dispuesta a molestar. Manuela aumentó el ritmo. Más, más, más, más.
Empezó a marearse. Iba lo más rápido posible. Tragó agua. Sentía ir a camara lenta, sabiendo que llevaba un ritmo frenético.
De repente, sintió un pinchazo en la sien. Dejó de mover los brazos. Dejó de mover las piernas. La perfecta idiota pasó por encima de ella. Manuela empezó a hundirse.
Tras el cristal de las gafas veía a Ismael. Nadaba, despacio.
Tras todo ese movimiento, todo volvía a la calma. Todos nadaban tranquilos mientras Manuela iba cayendo. Hasta tocar el fondo de la piscina.
Allí miró hacia la superficie. Más nadadores pasaban sobre su cuerpo.
Escuchó un silbido.
Cerró los ojos.
El aire se escapó. Burbujas que corrían hacia el cielo.

1 comentario:

  1. O.O
    Me ha encantado! Escribes muy bien, ya te sigo!ñ.ñ
    Ah, descubrí tu blog garcias a tu lindo comentario, me hizo mucha ilu!^^
    me iré pasando por aquí!

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la gente está buscando en internet tu opinión de mierda (es broma, es de una canción de Astrud muy buena) comenta, eres bien recibida.