domingo, 7 de octubre de 2012

Piénsalo.

Yo no necesitaba un blog.
No necesitaba contar mis cosas a los cuatro vientos.
O eso era lo que yo pensaba.
Porque contarle todo a un diario es aburrido. Hay cosas que escribo en mi diario que me gustaría que leyese todo el mundo, toda mi clase. O a lo mejor sólo quiero que lo lea esa persona en la que no puedo dejar de pensar.
Entonces me leí un libro. Y ví que me encantaría contar ciertas cosas. Mis historias, mis ocurrencias, mis anécdotas o reflexiones.
No quiero escribir cosas eternas que acaban aburriendo hasta a la persona más aburrida del mundo (como a un vendedor de billetes de Cercanías, por ejemplo).
Esto ya es demasiado largo.
Tonterías de una adolescente que piensa demasiado.

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