lunes, 24 de febrero de 2014

Diamante, diamante, diamante.
Tienes un diamante delante de ti. Y no te das cuenta.
Y es precioso, transparente, brillante, casi casi perfecto.
¿No lo ves?
Claro, tienes un velo. Un ramo de flores no te deja ver. Unas flores de colores, frescas, dulces.
Pero las flores se marchitan ¿recuerdas? Los diamantes duran para siempre.
Ojalá el diamante quisiera estar conmigo tanto como tú adoras las flores.

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