lunes, 7 de julio de 2014

Conversaciones contigo

Estoy mareada. Y llevo mareada unos días. No sé, creo que es este tiempo que no encaja con la estación en la que estamos. Igual me mareas tú, pero en fin. Que no te preocupes. Últimamente todo parece de mentira ¿no? No, claro, tú qué vas a saber. Quiero decir que me parece un poco raro que todo el mundo esté tan contento. No entiendo por qué están así. Luego la gente en la calle no sonríe. Ayer vi a una mujer que iba con los tobillos torcidos ¿te lo conté? No me acuerdo. La mujer iba muy mal, tenía cara de ir pasándolo mal. Pero ella seguía, con esos tacones horrorosos que le doblaban los tobillos totalmente. Creo que tengo fiebre. No estoy segura. Pásame el paracetamol. ¿Tienes agua? Voy a la cocina. No, no pongas música que me duele la cabeza. No me he leído lo que me pasaron los de la revista. Y era para mañana. No voy a poder leer, no me concentro. Y tampoco puedo dormir. ¿Qué? No, no tengo hambre. No te preocupes. Que sí. Ya. En cualquier caso no me viene mal perder algo de peso. Que lo digo de verdad. Igual tengo que hacer un esfuerzo y leerme eso. Como la señora de los tacones ¿no? Que iba sufriendo, pero no le quedaba otra. Apaga la música, te he dicho que no quiero música. Creo que me va a estallar la cabeza. Por cierto, ha dicho mamá que la llames. No sé qué le pasa. Estos días está un poco rara. Deberíamos ir a comer con ella. No, yo no quiero, qué pereza. Pero hay que hacer un esfuerzo. Ya lo he dicho antes. En esta vida hay que hacer esfuerzos, si no, no merece la pena. Creo que me voy a dormir un rato, me está entrando sueño. Avísame cuando te vayas.

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