Los demás profesores empezaron a levantarse, recoger sus cosas, hablaban unos con otros, qué bien, a casa, sí, qué ganas, has visto al nuevo, no me hables, y que les has dicho, que no hay recuperación, ya te vale. Amanda, como siempre, se quedó atrás.
-Creo que deberías quedarte.-
-¿Perdón?-
Alguien se había dirigido a ella, poniendo la mano encima de su hombro. Su voz era grave, varonil, parecía un actor antiguo, de películas en blanco y negro. Se giró y vio a un hombre alto, ni joven ni mayor, trajeado.
-No quería asustarte.-
-¿Tú eres el sustituto de Laura?-
-Sí, voy a ejercer de director hasta que se recupere. La verdad es que fue un accidente horrible, ¿verdad?-
-¿Por qué me tengo que quedar?-
El hombre miró a Amanda como a una niña pequeña.
-Creo que las aulas de ciencias están un poco, cómo decirlo… Hechas una mierda. Así que deberías quedarte a poner todo en orden.-
-¿Y por qué yo? Raúl también es profesor de matemáticas. Yo estoy liadísima. Que lo haga él.-
-Tú te acabas de incorporar. Lo siento.-
-Me parece impresionante.-
-¿Laura? Escucha, ¿quién es este tío que dice que es el director ahora? ¿Cómo? No te oigo. ¿De historia? ¿Has puesto a uno de historia de director? Laura, sabes que me está costando mucho adaptarme a secundaria, no es lo mismo enseñar a niños que a chavales que parecen fieras. Y encima el hombre este me dice que me tengo que quedar a ordenar la clase porque está “hecha una mierda”, así lo ha dicho. Ha dicho mierda, Laura. ¿Cómo dices que se llama? Bueno, tú mejórate, descansa y ponte buena que nos haces falta. Pero como se pase te llamo. Adeu, adeu.-
Abandonó la clase dando un portazo. Qué raro, ella que nunca se enfadaba, que no gritaba, ni se irritaba, que no era violenta. ¿Qué pasaba entonces?
✺ ✺ ✺
-¿Y esto?- preguntó Amanda dejando caer su bolso sobre la mesa junto a una pila de exámenes sin corregir. -¿Qué celebramos?-
-Arturo, que es un amor. Lo ha traído para todos.- Respondió la de biología con la boca llena.
-Está simpatiquísimo.- Agregó uno que daba latín. -¿Le has conocido ya? Como eres nueva, bueno, medio nueva. Tú me entiendes.-
-Sí, sí, medio nueva. ¿Quién es Arturo?- Se sentó y comenzó a servirse una taza de café.
-¿Me llamabais?- El hombre del día anterior se asomó por la puerta de dirección con una sonrisa llena de dientes blancos, y mirada segura, siendo consciente de lo fantástico que estaba siendo.
-¡Bravo por Arturo! ¡El rey del desayuno!- La de biología comenzó a aplaudir mientras terminaba de masticar el sexto, o séptimo churro. El resto de profesores se unieron al aplauso.
Arturo soltó una risa que llevaba practicando durante mucho tiempo. -Por favor, compañeros, es un detalle nada más. Estoy más que encantado. ¿Estaban buenos?- La de biología asintió enérgicamente.-Bueno, me alegro. Buenos días, Amanda.- Terminó guiñándole un ojo.
¿Estamos locos? ¿Qué era eso de guiñar ahora? ¿Y esa complicidad, así, de repente?
-Pásate por mi despacho cuando puedas.-
Amanda no se lo podía creer.
-Yo me voy que tengo clase en la otra punta del edificio.-
-Te acompaño, que igual sigues un poco perdida.- Arturo ya estaba abriéndole la puerta.
Caminaron juntos por los pasillos.
-Oye, que ayer empezamos con mal pie. Perdóname.- Ahora se estaba disculpando. Amanda estaba confundidísima.
-No…No pasa nada. Supongo.- ¿Y ahora qué decía?
-Me gustaría que un día de estos nos sentásemos a hablar tú y yo ¿no te parece?- La mano de Arturo empezó a deslizarse por la cintura de ella.
-Bueno, no…no sé. Cómo veas.- Amanda se estaba poniendo muy nerviosa.
-Pero las clases siguen hechas una mierda.- Terminó Arturo, acto seguido le dio un cachete en el culo, y se fue.
Amanda se quedó de piedra.
Sin darse cuenta ya había llegado a su clase.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
la gente está buscando en internet tu opinión de mierda (es broma, es de una canción de Astrud muy buena) comenta, eres bien recibida.