lunes, 3 de noviembre de 2014

Capítulo IV (continuación)

-Entonces estamos todos de acuerdo, ¿no?-
Los demás profesores empezaron a levantarse, recoger sus cosas, hablaban unos con otros, qué bien, a casa, sí, qué ganas, has visto al nuevo, no me hables, y que les has dicho, que no hay recuperación, ya te vale. Amanda, como siempre, se quedó atrás.
-Creo que deberías quedarte.-
-¿Perdón?-
Alguien se había dirigido a ella, poniendo la mano encima de su hombro. Su voz era grave, varonil, parecía un actor antiguo, de películas en blanco y negro. Se giró y vio a un hombre alto, ni joven ni mayor, trajeado.
-No quería asustarte.-
-¿Tú eres el sustituto de Laura?-
-Sí, voy a ejercer de director hasta que se recupere. La verdad es que fue un accidente horrible, ¿verdad?-
-¿Por qué me tengo que quedar?-
El hombre miró a Amanda como a una niña pequeña.
-Creo que las aulas de ciencias están un poco, cómo decirlo… Hechas una mierda. Así que deberías quedarte a poner todo en orden.-
-¿Y por qué yo? Raúl también es profesor de matemáticas. Yo estoy liadísima. Que lo haga él.-
-Tú te acabas de incorporar. Lo siento.-
-Me parece impresionante.-

Las luces parpadearon hasta encenderse. Nunca le habían gustado los fluorescentes. “Pero si está bien. Venga ya.” Se sentó en la mesa del profesor soltando un suspiro. Odiaba quedarse tiempo extra en el colegio. Tenía mil cosas que hacer. O no. Quería irse a su casa y hacer lo que le diese la gana.
-¿Laura? Escucha, ¿quién es este tío que dice que es el director ahora? ¿Cómo? No te oigo. ¿De historia? ¿Has puesto a uno de historia de director? Laura, sabes que me está costando mucho adaptarme a secundaria, no es lo mismo enseñar a niños que a chavales que parecen fieras. Y encima el hombre este me dice que me tengo que quedar a ordenar la clase porque está “hecha una mierda”, así lo ha dicho. Ha dicho mierda, Laura. ¿Cómo dices que se llama? Bueno, tú mejórate, descansa y ponte buena que nos haces falta. Pero como se pase te llamo. Adeu, adeu.-
Abandonó la clase dando un portazo. Qué raro, ella que nunca se enfadaba, que no gritaba, ni se irritaba, que no era violenta. ¿Qué pasaba entonces?


✺ ✺ ✺


A la mañana siguiente alguien había traído churros y café a la sala de maestros para desayunar.
-¿Y esto?- preguntó Amanda dejando caer su bolso sobre la mesa junto a una pila de exámenes sin corregir. -¿Qué celebramos?-
-Arturo, que es un amor. Lo ha traído para todos.- Respondió la de biología con la boca llena.
-Está simpatiquísimo.- Agregó uno que daba latín. -¿Le has conocido ya? Como eres nueva, bueno, medio nueva. Tú me entiendes.-
-Sí, sí, medio nueva. ¿Quién es Arturo?- Se sentó y comenzó a servirse una taza de café.
-¿Me llamabais?- El hombre del día anterior se asomó por la puerta de dirección con una sonrisa llena de dientes blancos, y mirada segura, siendo consciente de lo fantástico que estaba siendo.
-¡Bravo por Arturo! ¡El rey del desayuno!- La de biología comenzó a aplaudir mientras terminaba de masticar el sexto, o séptimo churro. El resto de profesores se unieron al aplauso.
Arturo soltó una risa que llevaba practicando durante mucho tiempo. -Por favor, compañeros, es un detalle nada más. Estoy más que encantado. ¿Estaban buenos?- La de biología asintió enérgicamente.-Bueno, me alegro. Buenos días, Amanda.- Terminó guiñándole un ojo.
¿Estamos locos? ¿Qué era eso de guiñar ahora? ¿Y esa complicidad, así, de repente?
-Pásate por mi despacho cuando puedas.-
Amanda no se lo podía creer.
-Yo me voy que tengo clase en la otra punta del edificio.-
-Te acompaño, que igual sigues un poco perdida.- Arturo ya estaba abriéndole la puerta.
Caminaron juntos por los pasillos.
-Oye, que ayer empezamos con mal pie. Perdóname.- Ahora se estaba disculpando. Amanda estaba confundidísima.
-No…No pasa nada. Supongo.- ¿Y ahora qué decía?
-Me gustaría que un día de estos nos sentásemos a hablar tú y yo ¿no te parece?- La mano de Arturo empezó a deslizarse por la cintura de ella. 
-Bueno, no…no sé. Cómo veas.- Amanda se estaba poniendo muy nerviosa.
-Pero las clases siguen hechas una mierda.- Terminó Arturo, acto seguido le dio un cachete en el culo, y se fue.
Amanda se quedó de piedra.

Sin darse cuenta ya había llegado a su clase.

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