martes, 27 de marzo de 2018

Desde un escrito en mi diario una noche de luna llena en London 31 enero 2018.


Estoy enamorada de la idea del amor y me bebo una cafetera entera cada mañana. Tal vez tenga algo que ver. La lluvia sucia de la ciudad me moja la cara y es demasiado pronto para molestar a nadie con historias metafísicas. Aunque tal vez nunca sea demasiado pronto para la metafísica.
Estoy enamorada de la devoción y de la idolatría, de la entrega absoluta y del siglo XIX. Un Romeo que esté a mis pies y bese por donde piso y yo Julieta que le entregue mi alma entera. Aunque sólo sea por un ratito. ¿Estoy loca? ¿Se derrumba mi teoría feminista por culpa de mis deseos e instintos? ¿Usarían contra mí argumentos biológicos tirando por tierra las palabras de Beauvoir que repito hasta la saciedad? Perdóname Simone, perdóname Angela. Soy débil. Qué mal.
Escribo por la noche. Son las diez y media. He vuelto del teatro y estoy cansada. La luna es brillante e ilumina mi habitación. Me gustan las noches con luna brillante. No necesito lámpara, escribo bajo su luz.
La luna es romántica y me gustaría hacer el amor bajo esta luz espectral. El amor entero, no sólo los orgasmos físicos sino intelectuales. Eso es lo que busco yo. Alguien que me provoque orgasmos intelectuales. Orgasmos en la mente y entre las piernas. Al final, ¿no son lo mismo?
Eso es lo que me gusta. El compromiso y la entrega total. El compromiso es sexy. No para toda la vida, tal vez sólo para toda la noche. Pero quiero sentir que, si te preguntasen, responderías sin dudar que soy la persona con la que quieres pasar el resto de tus días. Aunque sólo lo creas en este momento. Aunque solo lo creas por unas horas.
Bebamos Vichy Catalán o ginebra. Seamos pretenciosos y cultos y hazme el amor. Ya está bien.

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