Estoy enamorada
de la idea del amor y me bebo una cafetera entera cada mañana. Tal vez tenga
algo que ver. La lluvia sucia de la ciudad me moja la cara y es demasiado
pronto para molestar a nadie con historias metafísicas. Aunque tal vez nunca sea
demasiado pronto para la metafísica.
Estoy enamorada
de la devoción y de la idolatría, de la entrega absoluta y del siglo XIX. Un
Romeo que esté a mis pies y bese por donde piso y yo Julieta que le entregue mi
alma entera. Aunque sólo sea por un ratito. ¿Estoy loca? ¿Se derrumba mi teoría
feminista por culpa de mis deseos e instintos? ¿Usarían contra mí argumentos
biológicos tirando por tierra las palabras de Beauvoir que repito hasta la
saciedad? Perdóname Simone, perdóname Angela. Soy débil. Qué mal.
Escribo por la
noche. Son las diez y media. He vuelto del teatro y estoy cansada. La luna es
brillante e ilumina mi habitación. Me gustan las noches con luna brillante. No
necesito lámpara, escribo bajo su luz.
La luna es
romántica y me gustaría hacer el amor bajo esta luz espectral. El amor entero,
no sólo los orgasmos físicos sino intelectuales. Eso es lo que busco yo.
Alguien que me provoque orgasmos intelectuales. Orgasmos en la mente y entre
las piernas. Al final, ¿no son lo mismo?
Eso es lo que me
gusta. El compromiso y la entrega total. El compromiso es sexy. No para toda la
vida, tal vez sólo para toda la noche. Pero quiero sentir que, si te
preguntasen, responderías sin dudar que soy la persona con la que quieres pasar
el resto de tus días. Aunque sólo lo creas en este momento. Aunque solo lo
creas por unas horas.
Bebamos Vichy
Catalán o ginebra. Seamos pretenciosos y cultos y hazme el amor. Ya está bien.
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