viernes, 20 de octubre de 2017

Caspar David Friedrich


Os voy a contar la historia de cómo me rompieron el corazón.
Es importante saber que yo era muy joven, muy joven. No tenía ni veinte años y ya tenía el corazón hecho añicos. Mi padre dice que no sería la última vez, yo espero que sí porque duele demasiado. Duele como mil puñales clavados en mi esternón, como una serpiente devorándome las entrañas, como mil ratones mordiendo los dedos de mis pies y de mis manos. Y me sentía pesada y vacía y como el caminante frente al mar de nubes de Friedrich. Me siento como el caminante frente al mar de nubes de Friedrich. Me siento sacada de una novela, de un libro de poemas de 1846 o algo así. Entiendo todos los versos de Lorca, todos, nunca había entendido tan bien la poesía. ¡Cómo me gustaría leérselos, leerle cada soneto! Ver en sus ojos que no entiende ni una palabra pero que sólo, sólo me mira a mí. Cuando me mira con esos ojos el mundo entero se para, o se cae, y yo siento electricidad y a la vez me quemo y me derrito.
El caso es que él hablaba como si le hubieran escrito un guión. Como si alguien acabara de gritar ¡acción! Mira que te lo advierten, no te dejes engañar, no sufras. Mi abuela me lo dice mucho. No sufras. Ni por la Karenina ni por nadie.
En verano parece que la gente no tiene problemas. Resulta que en verano Estrellita vivía un cuento de hadas, en un país de nunca jamás italiano en el que no había ni responsabilidades ni problemas ni consecuencias. Bebíamos trece cafés cada día, cinco botellas de vino blanco cada noche, fumábamos en el balcón y hacíamos el amor a escondidas. En la Princesa Prometida hablan de los cinco mejores besos de la historia. Yo os prometo que todos se quedaron en Italia.
Me haces sentir fuego, le decía.
Me incendias por dentro, me decía.
¡Aquí, aquí viene el pero! Había otra, otra que no le incendiaba por dentro pero que era como una madre que le guardaba en su regazo. O algo así. Supongo. Y no la dejaría ir (quiero usar el subjuntivo pero no lo consigo). Pero seguía haciéndome el amor, con los ojos, con las manos, con la boca.
El sol es el mejor planeta, le decía, es perfecto.
¿Y qué es el sol? Me pregunta.
Una estrella.

Es tan triste y ridículo. Podríamos ser tan felices pero elige torturarse y vivir en una mentira y sufrir.

I rather break myself and feeling what you have made me feel than not breaking myself at all.

¿Me he explicado? Estoy rota.




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